Aun cuando el concepto “mente “es algo abstracto en realidad
es una de las herramientas físicas más importantes para no decir la más
importante en nuestro funcionamiento y evolución.
De alguna forma u otra todos sabemos de qué se trata visto
que de ella derivan todos nuestros pensamientos y por ella pasan todas nuestras
emociones.
Nuestra mente es el receptor y traductor de todo cuanto
somos, de todo cuanto hemos vivido, de todos los archivos impresos
energéticamente que llevamos en nuestra alma.
En realidad nuestra mente somos nosotros mimos visto que
dependiendo de cómo somos o hemos sido, así funciona y de ello deriva nuestro
entendimiento y comportamiento. La mente integra diversas facultades que nos permite
reunir información a través de la observación, la escucha y de cualquier otro
sentido existente en el ser humano, razonar y extraer conclusiones.
De alguna forma nuestra mente también tiene “vida propia”
cuando somos inconscientes de los pensamientos que ella misma crea, cuando
procesa la información que recibe
externa o interna sin que tengamos consciencia, sin que pongamos atención de
cómo la está procesando, de cómo la interpreta.
En la mente se va
acumulando la memoria y esa memoria a veces es absorbida de forma poco racional,
a través de instintos, emociones descontroladas y de una percepción muy
primitiva. De esa memoria la mente descontrolada busca la información necesaria
para emplearla en cualquier otra experiencia que vivamos y por ello nos lleva a
equivocarnos visto que no todas las experiencias aunque aparenten ser iguales,
en realidad no lo son, así que si empleas inconscientemente esa información
almacenada en la memoria, quizás no sea la adecuada para entender y actuar en
una nueva vivencia.
Cuando somos consientes del funcionamiento de nuestra mente nos
es posible realizar procesos de reflexión consciente, acceder a sus propias
representaciones y modificarlas para
un mejor estado interno y externo.
Para ello es necesario aprender a formar nuestra mente
siendo conscientes de los pensamientos que ella interpreta e ir modificándolos
desde esa consciencia, aprender a calmarla para poder tener la tranquilidad
necesaria para poder reformular esos pensamientos a través del sentido común,
desde una intuición más centrada en la
conexión interna del amor de nuestra esencia más pura, en definitiva sentida desde
la conexión del amor con la Fuente Creadora.
Esa formación no es otra que ir aprendiendo a modificar los
resultados, o sea los pensamientos, que de ella provengan y así poco a poco ir
espiritualizándola, para lograr al fin una consciencia elevada y esa
realización de la personalidad ultima que nos permita la unión con el Padre.
Lilith