Bienvenidos todos los buscadores del lenguaje del alma.
Bienvenidos los que buscan encontrar una guía en los pedacitos aportados en cada nueva experiencia.



NUEVA CONCIENCIA


  
¿Que es la nueva consciencia?

 La nueva Conciencia es una guía para el proceso del cambio interior. Al ser consciente del sueño que envuelve la vida se abre el camino hacia el despertar.
El despertar es el inicio del cambio de conciencia, y ese es el propósito interior de la evolución.

Aquí y ahora es el momento y escenario propicios para ello.
A través de las experiencias que te va proporcionando la vida y observando nuestros propios comportamientos, podemos identificar aquello que debemos modificar para ese propósito interior, pues ese es el verdadero sentido de la vida, el reconocimiento del Ser.

A través de ese trabajo y de los resultados obtenidos, llegamos a un estado en el cual podemos sentir la auténtica Presencia del Ser.
Esa Presencia es la esencia de la Fuente Creadora, manifestada en el mundo físico.
Es el resultado de haber conseguido el logro dentro de la transformación individual. Esa transformación está intrínsecamente conectada con el propósito de la totalidad universal.

TOMA DE CONCIENCIA
           El primer paso a tener en cuenta es ser consciente de que algo no funciona bien en tu vida, de que no eres feliz y que además en tu interior sientes un vacío y no logras averiguar a qué es debido. 

Te das cuenta de que todo aquello que tienes y todo lo que haces no te llena, por eso intentas suplir ese vacío de una forma inconsciente con cosas materiales. 

Al ser consciente de que esas cosas materiales no cubren esa necesidad, entonces empiezas a plantearte y cuestionarte el motivo por el cual esas cosas no te llenan.
En ese momento sientes la necesidad urgente de un cambio que de sentido a tu vida, necesitas obtener respuestas lógicas sobre el por qué de la existencia, del sufrimiento, de la muerte; empieza el razonamiento del por qué de cada momento, cada pensamiento, cada circunstancia, cada actitud y cada palabra; sobre si las coincidencias son sólo casualidad o hay algo más en cada acontecimiento. 

Estás empezando a darte cuenta de que dentro de ti hay una parte que te habla y que debes a aprender a escucharla. Y al darte cuenta de que existe esa parte, empiezas a cuestionarte muchas cosas,  como por ejemplo: las creencias heredadas, todo lo referente a la espiritualidad, el propósito de la vida en sí misma etc…
Entonces te das cuenta que esas dudas están ahí por y para algo, que ha llegado el momento de buscar y encontrar quién eres realmente y de por qué estás aquí.
Esto crea un desequilibrio interno y surge el deseo de empezar a cambiar tu vida, si pones la voluntad sincera en ello, empezarás a andar. En este momento es cuando te acercas a esa parte divina y a través de ella obtienes la guía necesaria para iniciar el camino.
Por fin has descubierto “La puerta” que te conducirá a ese camino.
El verdadero camino hacia la transformación interior.


Ying & Yang
                                                                                       

                                                                                             

Cuando la falsa creencia de identificación con la materialidad, ya sea esta física o emocional llega al punto de crear conflicto en la forma de interactuar con los demás, y con el medio que nos rodea, es el indicio de que hay algo que debemos modificar en nuestro comportamiento.

Muchos nos condicionamos por nuestro entorno, identificándonos con una clase social, religión, con nuestra función en la sociedad o en la familia y asignamos papeles a nosotros mismos y a otros, creando una imagen mental basada en el ego, que nos hace ser inconscientes de quien somos realmente.

Todas las formas externas y físicas tienen un final, son efímeras, sin embargo el SER esencial, nuestra parte divina es eterna, es la parte que nos conecta con la fuente creadora,  esa es la verdad, la verdad que Jesús expresó en “ Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

El propósito de cambio es imprescindible  para la conciencia humana colectiva.
Si nuestro comportamiento permanece impasible ante esta disfunción en que vivimos, siempre recrearemos la misma forma de vivir, el mismo sufrimiento, las mismas guerras, el odio la ira, etc, y como consecuencia de esta disfunción, los trastornos climáticos, y medioambientales, los cuales ya estamos presenciando, pero que parece que no les damos la verdadera importancia, pero que con ello se iniciará  la destrucción de la naturaleza y de nuestro planeta.

 Solo hay que repasar los libros de historia o ver los telediarios para darnos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor y de que forma nos comportamos y en  qué nos recreamos.

Nuestro modo de vivir en el mundo no funciona, el cambio reside en cada uno de nosotros, en nuestras acciones, sentimientos, comportamientos etc. Es urgente una nueva dimensión de conciencia, sí queremos evolucionar como especie, sí eso no sucede entonces quizás nos iremos destruyendo a nosotros mismos y al medio donde vivimos y acabaremos como tantas otras especies extinguidas.

 La ventaja de ser una especie inteligente, solo nos ha servido para  ser inadaptables al hábitat natural en cual tememos el privilegio de vivir, siendo esta una de las más grandes diferencias de otras especies que sin tener esta “inteligencia” son capaces de adaptarse al medio sin destruirlo y de ser uno con la naturaleza en pro de su propia supervivencia.

La supervivencia de nuestra especie depende de la trascendencia del antiguo pensamiento y de dar paso a  hacer realidad ese cambio interior el cual también  se vera reflejado en el exterior. El respeto al próximo y a nosotros mismos también es una forma de amor.

Reflexionemos pues sobre el modo en que todos podemos experimentar una mejor forma evolutiva, basada en la consciente comprensión de la transformación interior.

  Yang
                                                                                             




La transformación es la purificación o la limpieza del alma.
Una vez que comprendemos que el alma es el conjunto de todas las experiencias vividas desde el inicio de la creación del ser, podemos ser conscientes de que todo aquello que estamos viviendo en estos momentos también forma parte de esa experiencia y por lo tanto, somos los únicos que podemos hacer algo para modificar todo aquello que se haya acumulado y que genere dificultad a la hora de vivir las experiencias. 


Ese algo es la transformación interior.
Cuando una persona inicia el proceso de la transformación interior es debido a que asume totalmente la responsabilidad de su bagaje y por lo tanto toma las riendas e inicia el proceso de trabajo para empezar a cambiar esas partes que le generan conflicto interno.

A lo largo de nuestra vida más de una vez nos habremos visto delante de circunstancias que requerían de nuestro esfuerzo para poder desarrollar un trabajo interior, pero debido a nuestra ignorancia, o incluso comodidad, no lo hemos aceptado alegando que aquello no es para nosotros y, por lo tanto, postergando para otra ocasión esa experiencia que sin duda volverá a aparecer.

Se podría decir que el sufrimiento es uno de los conductores del inicio de la transformación. En las experiencias humanas casi siempre se ha de pasar por el sufrimiento para poder darnos cuenta de que aquello que nos hace sentir dolor eso es lo que debemos transformar.

Es a través de las relaciones con los demás es como iremos descubriendo qué cosas debemos transformar, sobre todo con las personas más cercanas, las que componen el círculo familiar, la pareja, los padres, los hijos, los compañeros de trabajo, los amigos  etc…


 Hay que fijarse que, normalmente, con los que se tiene más conflicto son aquellos que están más cerca de nosotros y a los que más queremos. Además, siempre los necesitaremos para que nos muestren aquello que debemos transformar de nuestra alma y por ello podremos estarles agradecidos eternamente. 

Hay un refrán que dice: “Quien bien te quiere te hará llorar” y tiene mucha razón, pero visto desde el contexto del espíritu lo aplicaremos a que, a través de las experiencias que vivamos con esas personas, iremos viendo el trabajo que debemos realizar aunque ello conlleve el derramar lágrimas.

Para que sirva de referencia debemos fijarnos en lo que sentimos frente a una situación determinada, por ejemplo: cuando alguien hace o dice algo que no nos gusta o no estamos de acuerdo y lo rechazamos, esto genera un conflicto en nuestro interior dando paso a la intolerancia, la rabia e incluso el desprecio.

Es eso que sentimos en lo que debemos fijar nuestra atención y preguntarnos ¿por qué me hace sentir esto? ¿qué derecho tengo yo a juzgar lo que hace o piensa otra persona?

Entonces debemos aprender el hábito de centrarnos en nuestro interior para poder descubrir qué nos lleva a reaccionar de aquella forma. 


Si es algo acaecido en nuestra infancia, tal vez, aparezca una respuesta en poco tiempo, pero si es debido a lo acumulado en vidas anteriores, quizá no baste con sentirlo una sola vez, si no que esta misma circunstancia se puede repetir y repetir hasta que lleguemos al fondo del asunto y la única forma que esto ocurra es que haya alguien a nuestro lado que nos lo provoque y nos haga sentir aquello que debemos transformar.

Si hacemos bien el trabajo y podemos identificar el problema, entonces debemos aceptar que lo que sentimos es un sentimiento nuestro que, aunque es provocado por otro, somos nosotros quien lo sentimos y debemos modificarlo.

Para que el trabajo se realice correctamente debemos aceptarlo desde el interior no desde la mente , esto es un acto de humildad hacia uno mismo, mientras eso no ocurra, será el ego el que domine nuestra mente y por lo tanto nuestra vida.

Cuando es el ego el que domina nos hace sentir dolor, rabia, angustia, temor, se está tan ofuscado que tiene muy claro que es él quien tiene la razón. 


Hasta que no nos enfrentemos a ello desde la humildad y luchemos para poder salir de esta situación no se encontrará aquello que se debe transformar y por lo tanto se continuará viviendo con el viejo hábito de culpabilizar a los demás de nuestro infortunio.

Darse cuenta de eso y ponerse manos a la obra conlleva bastante esfuerzo ya que a nuestro ego le cuesta mucho desprenderse de su forma de hacer ya que eso implica su destrucción y por consiguiente cambiar de forma de actuar.

A algunas personas el hecho de desprenderse de su ego les representa la renuncia a su personalidad, pero eso no es así. Al renunciar al ego surge otra forma de personalidad mucho más equilibrada, más afín con el verdadero propósito de la vida ya que ha ido formando nuevos valores y como consecuencia de ello se ha ido formando una base para el desarrollo central de la nueva personalidad.

Como nadie nos ha enseñado que esto es así, vamos viviendo la vida de una forma inconsciente, como si estuviéramos viviendo en sueño sin fin. La vida va pasando monótona y sin sentido por delante de nuestros ojos, todo nos parece injusto y nos dejamos arrastrar por los acontecimientos sin poner nada de nuestra parte.

Llegamos a la conclusión de que la vida es como un castigo y nos rendimos ante eso.
Cuando se inicia el camino y se va obteniendo entendimiento y comprensión, todo va cambiando y tiene otro sentido, se va comprendiendo el por qué de las cosas que nos ocurren y vamos adquiriendo poco a poco un estado de equilibrio y paz interior.

Esto va ocurriendo paulatinamente, año tras año o quizá vida tras vida. Lo que es cierto es que todo llega cuando tiene que llegar, cuando interiormente se está preparado para algo, esto aparece sin duda antes nuestros ojos para que lo experimentemos y, si somos conscientes, para que lo integremos como es debido en el depósito de nuestra alma.

Visto desde estas palabras parece un acto sencillo, pero la transformación interior es un trabajo constante y arduo, de hecho la vida debería ser un acto de transformación constante.

La vida es una eterna evolución, por lo tanto, siempre estaremos aprendiendo hasta que llegue el momento en que habremos regresado de donde salimos, hasta que nos volvamos a integrar a la Fuente para volver a resurgir y volver a experimentar.


 Ying

                                                          


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