Bienvenidos todos los buscadores del lenguaje del alma.
Bienvenidos los que buscan encontrar una guía en los pedacitos aportados en cada nueva experiencia.



¿Quien soy?


Cierto es que, si en determinadas ocasiones diéramos la atención necesaria a las opiniones de los demás sobre nosotros, si abriéramos muestra capacidad de aceptación de las criticas, tal vez en algunas de ellas descubriríamos que, si nosotros fuéramos un Yo fuera de nuestro cuerpo y pudiéramos observarnos sin emociones veríamos lo difícil que sería soportarnos a nosotros mismos .

Entonces y solo entonces comprenderíamos nuestros fallos desde otro punto de vista, veríamos con claridad como somos en realidad y tendríamos la comprensión y la voluntad de modificar, transformar esas partes que estando dentro de nuestra piel no llegamos a ver y a asumir  nuestras actuaciones incorrectas.


Nuestro ego nos ciega a una visión que no sea subjetiva y que no sea la que nos interesa a nosotros mismos, que defienda nuestros propios intereses,  y nos hace afirmarnos  en lo que pensamos como si solo nuestra capacidad de ver y entender fuera la única correcta, incapacitándonos de poder expresarnos desde una actuación más amorosa hacia los que tenemos en frente.

En el fondo somos seres solitarios con un instinto muy poco desarrollado de compartir, de unión y de ello derivan todas las luchas para hacer prevalecer nuestro propio yo en cualquier experiencia.

Somos seres agotadores en la convivencia por la imposición de nuestros deseos, sin darnos cuenta impedimos la fluidez de la energía necesaria para una buena compenetración del dar y recibir. Nos falla la comunicación desde la profunda entrega, desde el escuchar al otro, desde la voluntad de comprensión de lo necesario que pongamos de nuestra parte en el compartir.


Somos seres con una inteligencia desarrollada intelectualmente, avanzados en tecnología que nos permite facilidad de vida a nivel físico de comodidades, pero somos perfectos ignorantes a nivel emocional. No nos hemos percatado que esa es nuestra mayor herida, nuestra mayor necesidad insatisfecha.

Poco o nada nos dedicamos a descubrirnos a nosotros mismos, a querer saber quien somos en realidad y que hacemos aquí.

Cada cual se justifica con una fácil y ligera disculpa de su propia existencia, porque de ese modo ve colmada la necesidad de tener que esforzarse para cambiar cosas en sí mismo, instintivamente sabemos que para cambiar tendríamos que ceder cosas de nosotros mismos, cosas que nos cuestan desprendernos.

Nos olvidamos que ceder es un acto de amor.

¿Pero en qué medida nos importa lo que representa el verdadero amor?

¿En qué medida nos importa descubrir la verdadera razón de nuestro papel en la existencia?
¿Qué papel representamos en la vida de los que nos rodean?
¿Por qué siempre nos encontramos con las mismas cuestiones que resolver en cada relación que tenemos o en cada misma circunstancia que se repite en nuestra vida?

 Repetimos los mismos patrones de comportamiento en situaciones parecidas, aun cuando sabemos que en otras ocasiones no hemos obtenido el resultado esperado. Claro está que nunca es culpa nuestra, faltaría más...


Llegar a un conocimiento verdadero de nosotros mismos solo depende de lo que estemos dispuestos a aceptar que somos, a no valorar solo las cosas que pensamos que son “buenas” de nuestra conducta y aprender a aceptar también que tenemos fallos que con el tiempo y nuestra perseverancia podremos ir modificando, nada es bueno o malo, la valoración depende de lo conscientes que somos para asumir y ver con claridad lo que podemos mejorar como personas.


 Aceptar que no somos prefectos es el inicio de poder solventar eso que sabemos muy en nuestro interior que no nos gusta de nosotros mismos. Huir de ello es dar vueltas en círculo sin ningún provecho del tiempo y de las experiencias que vivimos.


Lilith