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Tratado de emancipación



Es necesario una gran fuerza interior para lidiar con las diversas situaciones que se viven, donde se ven implicadas emociones que desestabilizan el equilibrio interior.
Vivencias que ponen a prueba la capacidad personal para poder ver con claridad todas y cada una, de las emociones sentidas y saber controlar de manera efectiva lo que nos provocan.
En las diversas relaciones que mantenemos con los demás, es donde podemos experimentar y practicar el poder equilibrar esa parte del ego débil que nos impide vivir de una forma sana.
En esas vivencias no solo se ponen de manifiesto nuestras debilidades, sino que también están en juego las debilidades de los demás, en muchas ocasiones son precisamente las debilidades ajenas las que nos hacen saltar las nuestras. Esto normalmente se da en las relaciones cercanas.
Pongo un ejemplo.
“Un padre siente remordimientos por haber dicho a su hijo algo que aun siendo verdad, causa en el hijo una reacción de rechazo, porque esa misma verdad toca una debilidad del hijo.
La verdad aun dicha con amor, causa en el padre y en el hijo una reacción del ego débil por la implicación de la relación en sí misma, o sea, el hijo espera del padre que siempre le apoye y de la razón aun cuando esta razón incluso vaya en contra de la lógica del padre. Si el padre actúa en función de lo que es su lógica y no en función de lo que el hijo espera, provoca dolor en el hijo con la consecuencia de que al ver el dolor en el hijo el padre no es capaz de equilibrar sus emociones y ese desequilibrio deriva en un sentimiento de remordimiento o culpa”.
Aquí se ve claramente que la debilidad del hijo al no aceptar sus propias debilidades causa el efecto “rebote” provocando la aparición del ego desequilibrado del padre.
Cuando no somos conscientes de lo que nos pasa en esas situaciones, solo podemos quedarnos atrapados en lo que en ese momento sentimos y la mayoría de veces, nos llevan a pensar y sentir que si no actuamos como esperan los demás de nosotros, es que no sabemos ser todo lo bueno que deberíamos, causando en el individuo sentimientos contradictorios, donde se enfrentan lo que uno es y lo que el otro espera que seamos.
Esto lleva muchas veces a que la persona se sienta confusa de sus propias capacidades de acción, o sea, que le lleva a poner en duda si realmente actúa como debería.
Lo que debemos saber es que cuando uno está dentro de esa experiencia, es el momento apropiado para poder equilibrar esas debilidades. En ese preciso instante hay que tener la fortaleza suficiente para poder deshacerse de esa corriente energética que se establece en esa comunicación defectuosa a causa de emociones defectuosas.
La mayoría de veces, estamos tan inmersos en el comportamiento ajeno que no somos conscientes del efecto que causa en nosotros sus actitudes, emociones e incluso pensamientos. En esos momentos estamos tan inconscientes que no podemos ver que sus acciones, sean ellas cuales sean, son fruto de su estado emocional equilibrado o desequilibrado, al estar inconscientes y no estar en estado de presencia, nos dejamos arrastrar y actuamos bajo el “contagio” energético que emana el otro.
El saber y tener presente que cada vez que nos vemos envueltos en una situación emocional desequilibrada, que lo que provoca esas reacciones bruscas y /o de tensión del otro es simple y llanamente su debilidad la que le hace actuar así. Esa comprensión, nos puede dar la tranquilidad para poder controlar nuestra propia reacción a lo que normalmente vemos, sentimos y calificamos, sólo como un ataque a nuestra persona, porque en realidad sólo es una proyección del miedo que siente.
Al comprender esto, también estamos trabajando en el control de nuestro ego distorsionado, porque muchas, para no decir todas, de nuestras reacciones egoicas se dan en función de nuestros miedos, conscientes o inconscientes, a las reacciones de los demás hacia nosotros.
Una vez que perdamos el miedo al que el otro diga, opine o haga, crecerá una mayor estabilidad y confianza en nosotros mismos, porque dejamos de ver sus reacciones como amenazas a lo que queremos sea nuestra vida. Cuando consigues dominar ese miedo, sabrás que tú no dependes de la aprobación de nadie para ser lo que eres.
Entonces retomaras el control de ti mismo y eso te dará la autoestima que se precisa para este cambio. Cuando consigas ese estado, incluso el intento intencionado ajeno para hacerte daño o provocarte inestabilidad en la confianza de tus cualidades, valores y valías se verá mermado en su intento, simplemente porque tu ya eres dueño consciente de quien eres y ni nada ni nadie conseguirá desestabilizar esa confianza establecida desde la autenticidad de tu ser.
Si somos observadores tranquilos de muchas de las acciones ajenas e incluso de sus palabras, sabremos detectar muchas maniobras que en ocasiones se hacen desde la inconsciencia para desestabilizar a los demás, en el intento de sentirse unido a alguien en el sentimiento de debilidad, esa acción, si no estamos atentos, nos lleva a pensar que ese pensamiento también es nuestro, acarreándonos un sentir que en realidad no es nuestro.
Frases como “no somos capaces” “todavía no hemos logrado” llevan imprimido el verbo que generaliza un sentimiento personal que queremos que el otro haga también suyo. En esa unión el débil encuentra apoyo a sus propios miedos y conflictos, porque generalizando no se encuentra sólo ante lo que sabe todavía no ha logrado. Si no pensemos, ¿que nos lleva a generalizar cuando sabemos que la evolución es individual?
El que no teme a sus debilidades no necesita generalizar, porque sabe que si trabaja en lo que todavía le causa conflicto lograra transformar lo que necesita en su comportamiento de acuerdo a lo que conscientemente pretende cambiar en su persona.
El primer paso para lograr sanar nuestras debilidades es asumir que las tenemos y cuando lo asumes de verdad no tienes miedo de que estas sean visibles a los ojos ajenos tal y como son, porque tienes confianza de que lo conseguirás, cueste lo que cueste, porque así lo quieres tu.
Reconocer y comprender el comportamiento ajeno, no lleva implícito el tener que juzgarlos ni la necesidad de tener que cambiarlos , sólo debe servirnos para la obtención de conocimiento del comportamiento humano y así poder mejorar el nuestro propio y conseguir tranquilidad ante las situaciones que nos pueden causar conflicto.
El que podamos hacer esto, es todo un logro personal en el equilibrio emocional. Este logro se traducirá poco a poco en un mejor poder personal (autoestima) equilibrado, dando como resultado el lograr ir hacia la personalidad y la realización.
La tranquilidad interior que respalda todas tus acciones, pensamientos y palabras, es la prueba de que has encontrado el camino correcto para lograrlo.
Yang