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LA PERSONALIDAD: Los roles o papeles que adoptamos





Hemos seleccionado algunos papeles que normalmente representamos en nuestra vida , sin darnos cuenta de lo que realmente representan y lo que aportan a las vivencias, son papeles desde la inconsciencia. 








EL MÁRTIR


Siempre hacemos de todo lo que nos pasa un problema. Y sí no tememos suficiente con lo propio, hacemos nuestro lo de los demás. La cuestión es cargarnos con todo lo que nos rodea, lo nuestro, lo de los hijos ,lo de los amigos, vecinos, conocidos y sí podemos con todo lo que salga por los telediarios y programas de cotilleo, o sea, vivir con pena por todo y con todo. . 


Empezamos por preocuparnos, que, como la propia palabra indica, es ocuparnos antes de, en vez de arreglar los problemas cuando estos surgen, que a lo mejor ni surgen, pero que anticipadamente ya nos atormentan.

No nos damos tregua a nosotros mismos, somos nuestro propio enemigo.

Vivimos obsesionados con controlarlo todo, imponemos reglas y normas a nosotros mismos y a los demás, todo lo queremos hacer subjetivamente, lo que conlleva vivir en verdadera angustia y intranquilidad.

Pero hay quien va más allá, por sí esto no fuera suficiente, hace de los problemas un verdadero sufrimiento, su modo de vida, se recrea en el dolor, en el real y en el que se inventa y imagina. Su papel de mártir le da un sentido a su vida, se siente un ser único por aguantar tanto sufrimiento, porque para él nadie sufre más y por eso siente una enorme pena y compasión por sí mismo.

Sus dolencias  son un martirio que cuenta con gusto y detalle, y algunas incluso toman dimensiones verdaderamente descomunales para que así sean el centro de atención y impresionen a quien se las cuenta.

El mártir hace de la vida de sus allegados la suya propia para poder recrearse en el dolor que estas, supuestamente, le provocan y poder contar el cuan sufridor es por ser quien es, porque necesita que lo vean como un verdadero abnegado. Vive en un mundo de amargura  en el cual sufre injurias, maltrato, es rechazado,  criticado, olvidado, infravalorado, etc, etc.

En desesperado sufrimiento, parece que pide incesantemente ayuda a los demás cuando les cuenta su vida y lo desesperado que esta para encontrar la solución, pero su ego solo le deja escuchar  su propia voz, rechazando cualquier tipo de ayuda externa, porque con ello perdería el contacto con la fuente que lo alimenta.

El ego aísla su mente, asiéndole vivir inconscientemente en un mundo imaginario donde es la victima de todo y todos.  
Su verdadero dolor realmente  proviene de su obsesión por controlar todo lo que pueda abarcar, el mártir es simplemente  un ególatra, que  manipula la vida de quien esté a su alrededor, imponiéndole su propia voluntad, y cuando no lo consigue sufre y le crea revuelta contra la vida.

“ Que podemos hacer sí la vida es así” esta es la típica frase  de falsa aceptación del mártir. Cuando la expresa intenta convencerse a sí mismo y a los demás que acepta la injusticia del mundo en que vive como un acto más de su sufrimiento de incomprendido.

 La vida no es así, somos nosotros que la hacemos así.


 YANG

                                                                                                                    

LA CRITICA


Uno de los comportamientos del ego es la crítica hacia lo que nos rodea, sobre todo en nuestras relaciones con los demás, principalmente con los que son más allegados como la familia, amigos, compañeros de trabajo etc.

Esa forma de comportamiento nos lleva a estar constantemente evaluando la conducta de “los otros”. Al hacerlo camuflamos nuestras propias debilidades y aquello que criticamos es lo que más debemos tener en cuenta en nosotros mismos.

La  mayoría de las veces criticamos no realmente por lo que el otro hace en realidad, si no que un determinado comportamiento que vemos en el otro lo juzgamos bajo nuestro punto de vista, esto quiere decir que, eso que estamos observando nos hace recordar una situación parecida  que nosotros hemos protagonizado y la intención que teníamos entonces nos sirve de patrón para determinar lo que el otro hace, sin pararnos para darnos cuenta que no todos actuamos bajo las mismas influencias de conducta.

 En ese momento esa conducta simplemente nos esta indicando un reflejo de nosotros mismos proyectado por la otra persona, para que seamos conscientes de ello.  ¿Qué derecho tenemos de juzgar a nuestros semejantes? Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Siempre tendemos a pensar que lo que nosotros creemos y pensamos es lo correcto sin tener condescendencia con la opinión ajena que, por qué no, también es tan válida como la nuestra. Pero bastaría que nos paráramos a vernos y a oírnos en ese momento para darnos cuenta de que acción ridícula hacemos, al criticar, porque es algo estéril, no hay ningún beneficio lógico , ni para el criticado ni para el criticador. Simplemente damos rienda a nuestra propia vanidad.

Si nos damos cuenta, esta forma de comportamiento nunca te da realmente una verdadera satisfacción, el ego siempre quiere más, nada le llena y se vuelve un circulo vicioso.

Hay personas que hacen de la crítica un rasgo de su personalidad, sin ella tienen falta de algo que les llene su vida, esa forma de hacer les da sensación de fortaleza, de poder y superioridad sobre los demás, pero pronto se dan cuenta que esa plenitud se desvanece cuando su objetivo de crítica termina y de nuevo hay que buscar un nuevo motivo para rellenar el vacío del ego .


Este tipo de energía tiene tendencia a buscar a otros, que juntos puedan disfrutarla, generando una falsa sensación de complicidad y afinidad entre ambos. Pero esa unión pronto se ve mellada cuando alguno de los implicados renuncia a ese comportamiento.
Es ahí donde debemos empezar a aplicar la auto observación consciente.


  YANG

                                                                                                                               

LOS CELOS


 Esta es una emoción que deriva del apego que generalmente tenemos sobre todo lo que creemos que es “nuestro”.
El ser humano tiende a aferrarse al entorno que compone su vida y a hacerlo “su posesión”, ya sea algo material o referente a personas.

La sensación de perdida que deja el no tener control sobre esas mismas “posesiones” generan los llamados celos .Además hay que tener en cuenta, que también, escondido detrás del apego, está una falta de seguridad en uno mismo y una baja autoestima personal, aparte de complejos, traumas, y  costumbres heredadas de nuestras vivencias.

Esta energía manipuladora, en el campo de las relaciones personales, genera dolor tanto en quien la padece como a quien va dirigido. La falta de confianza en uno mismo desemboca en una desconfianza hacia el otro, causando un efecto espejo. Cuando eso sucede la mente se bloquea y vive las imágenes que crea, causando una sensación de inestabilidad y descontrol que hace el individuo actuar bajo su dominio. 

Esta emoción del animo provoca recelo irracional de que algo que se desea sea alcanzado por otro. La baja autoestima del celoso le lleva a creer  irracionalmente que el otro siempre esta dispuesto a buscar alguien  mejor que el y que los demás siempre desean  apoderarse de sus pertenencias. Deja de ver al otro tal y como es para dotarle de cualidades que en realidad quizás ni siquiera posee, que le hace atractivo y deseado. 

En casos extremos y enfermizos su intención se centra en que el otro pierda el control sobre su propia vida, dependa económica y emocionalmente y incluso piense que no es nadie sin su protección, para que su manipulación le de esa sensación de seguridad, poder y control. Está tan ofuscado en su distorsionada percepción que no se da cuenta que simplemente esta siendo manipulado por su propia mente atrapada por el miedo.

Los celos siempre supuestamente se justifican en el amor que esa persona dice sentir hacia otra, o en que el otro actúa de forma prejudicial para la convivencia,  pero la realidad es solo un espejismo, porque el amor es libertad, no sabe de condiciones y menos de dolor, cuanto a la convivencia, si tu pareja tiene comportamientos con los cuales no estas de acuerdo y si después de hablarlo no llegáis a un acuerdo entonces simplemente es hora de plantearse dejar esa relación que a ti no te llena. 

Además ese comportamiento de celos normalmente tiene un efecto contrario al pretendido, suele causar en el otro el deseo de alejarse, de repulsa a la energía que emana. Se trasforman los sentimientos, se pierde el respeto mutuo, y se instala la desilusión, el miedo, el desamor y muchas otras emociones que giran en torno de esa situación adversa. Esta actitud demuestra que todavía no hemos superado muchas de nuestras actitudes más primitivas .El peligro de estas emociones descontroladas es que desembocan generalmente en violencia muchas veces con un final fatal.

 YANG
                                                                                  
                                                                                                                              

 El ORGULLOSO



En muchos casos esta palabra (el orgullo) se emplea con frecuencia en un sentido que no es su verdadero significado, muchos de nosotros empleamos el  estar orgulloso de alguien o de algo y lo confundimos con la alegría que sentimos por el logro de alguien, o el nuestro propio, por ejemplo que un hijo logre algo, nos hace sentir alegría por su logro y normalmente decimos estoy orgulloso, en vez de decir que sentimos alegría por ello. 

Eso lleva a la confusión, si lo que pretendemos  transmitir es nuestra alegría, o por el contrario, nos sentimos superiores o pensamos que nuestro hijo es superior por el mero hecho de haber conseguido algo que pretendía. Por eso hay que tener en cuenta que sentimiento experimentamos y transmitimos cuando ocurre, el ser consciente de ello nos hará reflexionar en cada momento de cuáles son nuestras intenciones, ello nos ayudara a saber quien somos en ese momento y a poder transformar sentimientos, que nos permitan ser quien realmente queremos ser.


El orgullo es una emoción malsana, te lleva a sentir superioridad en relación a los demás, cuando en realidad nadie es más que nadie en ningún sentido, aunque uno sea más inteligente que alguien, eso no quiere decir que  es superior a  quien es menos inteligente, porque sin embargo, ese alguien que es menos inteligente, puede superar en muchas otras cosas al que es más inteligente. 


Esto solo nos demuestra que este sentimiento solo refleja un parte de nosotros mismos que se “atreve” a clasificarse superior por un exaltado y equivocado sentido de estimación de sí mismo, pero este mismo sentimiento que nos lleva a menospreciar al otro para hacernos sentir más validos, en el fondo solo es un reflejo de nuestra poca autoestima, es un reflejo de nuestra percepción de lo poco que sentimos que valemos, quien tiene una alta autoestima no necesita sentir que nadie sea menos o de sentirse más que nadie.


Un claro ejemplo de orgullo lo tenemos en los conquistadores, cuando llegaban a tierras desconocidas para ellos sentían orgullo de fueran quien en ese momento llegaban primero a aquel lugar para sentirse superiores a los que no habían “descubierto” esa tierra, aunque sabemos que su descubrimiento solo era el reflejo de su mentalidad, porque que se sepa siempre había nativos en esos lugares con lo cual no era tal el descubrimiento.

El orgulloso siempre tiene razón, pues no se permite el lujo de que alguien sepa más que él. Porque eso le haría perder el control de ser más que alguien.
Jamás pide perdón aunque en algún momento sepa que se ha equivocado, porque eso sería asumir que se ha equivocado y su orgullo se vería herido al tener que rebajarse.


Discute y rebate cuestiones y aunque no tenga ni idea, nunca da el brazo a torcer, eso sería como dar a entender que no sabe de ciertas cuestiones, y de no tener razón sobre las mismas.
Siempre piensa que todo el mundo debería ser como él, actuar de su misma manera, pensar como él piensa, porque él es sin duda el más conocedor de la verdad, la rectitud y de la razón.

El perdón no es un sentimiento que experimenta, porque siempre se siente ofendido, y por ello agraviado en su orgullo personal, comprender al próximo, es algo que desconoce, perdona solo si se siente, completamente restablecido en su ofensa y aun así, la mayoría de veces lo hace para luego jactarse, de lo bueno que es por hacerlo y recibir  halagos, eso le hace sentir superior en relación al otro.


Normalmente nunca escucha, solo se oye a sí mismo, lo que el otro le diga no es importante para él, porque su versión del asunto ya la tiene preestablecida de antemano y nada ni nadie le hace cambiar de opinión, porque eso le daría inseguridad en sus propios razonamientos, al oír su propia voz por encima de la del otro, le da la sensación de convencer al contrario de que sus argumentos son los validos, en ese momento de ofuscación, su razonamiento le impide comprender, de que quizá el otro no por eso dejara de tener razón, y que en definitiva solo se miente y engaña a sí mismo.


  Este auto engaño sirve para que en ese momento no sienta dolor al tener que reconocer sus fallos y parar a su propio ego, que en definitiva es quien comanda su actitud, pero es inconsciente que aunque en ese momento no sienta ese dolor al tener que “doblegarse”, el orgullo siempre será el responsable de dolores posteriores que aparecerán en cada momento que se repita y tenga que aplicar esa misma defensa y enfrentarse de nuevo a su orgullo.

La humildad, no es para nada un sentimiento que experimente  a menudo, le hace sentir pequeño, y jamás podrá permitirse sentirse menos que ninguno de sus contrincantes.


El orgullo no solo es una emoción destructiva de cualquier relación de afectividad e intercomunicación  con los demás, si no que, es una emoción destructiva de nosotros mismos si comprendemos que nos dificulta crecer en nuestra propia  evolución.


YANG
                                                                                                                              


LA IRA

  
La ira es una de las más dañinas emociones, te mina como un cáncer, y te hace sentir enfermo de rabia contra todo y todos los que por algún motivo, te crees, son la causa que te impide, ser o tener, lo que tu mente te dice que tienes derecho y que por su culpa no  alcanzas.

El rabioso busca la causa de su infelicidad siempre en el otro, en lo que hace, en lo que dice, en lo que tiene, etc.
Su dolor a causa de la no conciencia le lleva a buscar su causa siempre fuera de él, y como no encuentra la manera para cambiar lo que le molesta de los demás se mortifica, sin darse cuanta que la razón por la cual sufre, esta dentro de sí mismo.

Esta inconciencia le lleva a  sentir impotencia, y vive en un circulo de odio, rencor, ira y rabia, sin fin.

Para el individuo que siente  ira, el otro nunca sufre, vive siempre despreocupado y feliz, no tiene problemas y su vida es una maravilla, además todo lo hace con la intención de molestarle, esta es la manera que la ira busca para seguir alimentando más y más su dolor, nunca se para a analizar el verdadero motivo de lo que siente, porque su mente, dominada por el ego, no le deja llegar a entender que lo que siente aunque provocado por el otro, es él mismo quien lo crea. El otro simplemente representa un papel, que él interpreta como culpable de lo  que siente.

Hay varios grados de ira, el grado más profundo es aquel que solo sirve y existe para hacer daño por el mero hecho de hacer daño, donde quien lo práctica  siente un oscuro placer en ello, otra causa es la de utilizar la ira en forma de tiranía, para ejercer la autoridad que alguien piensa que tiene sobre otro y de esta forma la hace más evidente y patente, al demostrar su poder sobre el “dominado”.

El iracundo es además de todo, ciego, no ve mas allá, de lo que le permite su mente, y se suele decir que no es más ciego el que no ve si no el que no quiere ver.
Cuando está en un momento de ira, rechaza todo tipo de comentarios que vayan en contra de lo que siente y piensa, cualquier opinión en el sentido de que él es el culpable de la situación que vive, le hace volverse más rabioso, en ese momento quiere a toda costa tener la razón absoluta sobre cualquier entendimiento, o cualquier razonamiento, en ese momento esta “ poseído” por la ira.

 Hay muchas emociones que se entremezclan en la ira, el dolor que le hace sentir la situación cuando la vive, el miedo de no tener control de la situación que el otro le provoca, la impotencia por no poder controlar y modificar la situación, el orgullo de no querer aceptar tener “culpa” y de no dar el “brazo a torcer”, el egoísmo de tener que  ser siempre el centro de todo, el mártir por ser el que más sufre, este coktail  de emociones  generan la ira.

La ira es el descontrol total de las emociones mas dañinas del ser humano, es el resultado en forma de ensañamiento, bajo esta influencia el que la siente esta dispuesto a lo que sea con tal de ver saciado su rencor, porque piensa que con ello se terminara lo que siente. Nada esta más lejos de la verdad, porque la verdadera razón por la que siente ira, no será eliminada, a pesar de  descargar esa energía en ese momento, otra y otras razones siempre existirán mientras no sea conciente de su ego.

La energía que desprende esta emoción, es densa, y a la vez sutilmente dañina, porque cuando el iracundo la emana, el que la recibe si no es conciente de la situación, se siente mal y culpable aun cuando no tenga el porque sentirse de esa forma.
Aprender a ser concientes de nuestras emociones es el comienzo de saber como conseguir dominarlas.
¿ y quien en su vida no las ha sentido?


  YANG                                                                                                           



El DEPENDIENTE

La dependencia es inseguridad en uno mismo, en lo que hace, en lo que siente, lo que piensa, etc. Al  dependiente, siempre le es necesaria  la opinión ajena para sentirse respaldado en todo o casi todo lo que hace en su propia vida.

Su valoración sobre sí mismo y su propia opinión es nula o por lo menos tiene muy poco peso en sus decisiones. Esta dependencia es fruto de una baja autoestima, de una baja valoración de uno mismo, y eso hace al individuo cuestionarse sobre sus valores y valías.

Esta dependencia por veces puede provenir de una sobreprotección de quienes en un periodo de su vida, son los que tienen control de sus acciones y emociones, por ejemplo cuando niños haber tenido padres demasiado protectores y absorbentes, o haber vivido situaciones donde uno de los progenitores ejercía control sobre el otro, o vivir situaciones de conflicto familiar que dejan marca en el individuo de un sentimiento de desamparo afectivo. 


Esa sensación de vacío afectivo le lleva a depender siempre de un sentido de control en su propia vida que le dé una sensación de protección y estabilidad interior y exterior.



Este mismo individuo que es dependiente y de poca autoestima en relaciones futuras puede desarrollar dos facetas, una, la  de seguir siendo dependiente y que sienta necesidad de protección, o por otro lado, su necesidad de protección lo llevara a someter a otros a su control porque de esta forma siente estabilidad emocional.
  En relaciones adultas de pareja en que uno de los miembros se establece con el derecho de control sobre los actos del otro y ejerce un control estricto sobre la voluntad del otro, en muchos casos, incluso pueden llegar  a llevar a situaciones de maltrato psicológico y físico.


En estos casos el dependiente necesita de una estabilidad engañosa y se somete al otro para sentirse protegido y aceptado, aunque interiormente sabe que no está de acuerdo con la situación en la que vive, pero aun así se somete y crea  lazos de dependencia enfermiza al punto de sentir que su vida no tiene sentido si no depende del que somete.

El miedo es una de las emociones que experimenta el dependiente, miedo a casi todo, a cometer errores en todo cuanto haga, se siente en peligro constante si no tiene a  alguien que siga ejerciendo la “protección”, contra su descontrol interior.
Estas relaciones y vivencias dejan marcas de desequilibrio en la conducta, y si no se es consciente del desencadenante de ese conflicto interior, no se podrá poner fin a esa dependencia y a esa inseguridad.

El vivir inconsciente de ello, lleva en muchos casos a situaciones de enfermedades psicológicas y físicas, que normalmente se atribuyen a otros factores, encubriendo su verdadero origen.


  YANG